El Nuevo Pragmatismo, Institucionalizado: Biblioteca del Tec de Monterrey
Rubén Octavio Sepúlveda Chapa

Es de todos sabido que la arquitectura registra su época; el pensamiento, condiciones  y maneras del momento. Por lo general se requiere un relativo número de años para poder analizar en perspectiva las situaciones socioeconómicas que la generaron, pero en ocasiones, la pieza arquitectónica se distingue y registra nuestra condición como sociedad en poco tiempo, como lo hace la nueva biblioteca del Tec de Monterrey.

Desde la concepción del proyecto, el proceso va de acuerdo a las maneras de nuestra ciudad y tiempos, con una metodología y lineamientos para un determinado y especifico éxito institucional: la demolición de lo obsoleto, la contratación de una oficina extranjera de arquitectura corporativa reconocida, la contratación de arquitectos locales para la denominada “tropicalización”, la requerida utilización de determinados softwares, el empate de todas las ingenierías, los acuerdos correspondientes con proveedores, las certificaciones requeridas para cumplir con el check listplanteado, y todos los procesos administrativos y logísticos para su edificación. Esta - reducido de manera simplista - es la “manera de hacer las cosas” de acuerdo a nuestros procesos actuales. Pero este proceso hace reflexionar, ¿es así como se debe de medir y evaluar la arquitectura de valor hoy en día? ¿La arquitectura de valor es aquella que cumple las políticas de diseño y planeación, las regulaciones, las estrategias y demás códigos para  justificar su diseño? ¿Cuáles son hoy en día los parámetros a analizar para realizar una crítica con fundamento? ¿Qué ideología (si acaso la hay) hace hoy a la arquitectura?

¿El proyecto funciona? Bajo el criterio de que el principal objetivo del programa es crear un contenedor transparente y abierto que propiciará las prácticas colaborativas contemporáneas y que su imagen retratable representará a la institución en el mundo dentro del nuevo siglo y etapa, si, si cumple. Posee de una manera determinante la apertura que responde a las practicas actuales porque funge como núcleo del campus, como centro social y de estudio colaborativo, muy distinto a las maneras que propiciaba la biblioteca antecesora con la concentración personal que respondía a costumbres de mayor individualidad.

Los arquitectos han satisfecho su asignación, la interpretación de la necesidad de propiciar esa colaboración relajada, democrática e informal hace que se desempeñe adecuadamente de acuerdo al cumplimiento del programa y su funcionamiento. Se celebra esa intención y profesionalismo, considero es el mayor acierto de la propuesta.

Lo que llama mi atención, utilizando la biblioteca como caso, son los aspectos contemporáneos referentes a nuestra idiosincrasia como sociedad que hacen que el edificio sea como es y el procedimiento en que fue concebido. Algunas reflexiones:

Se cuestiona como el diseño de la edificación alude al Nuevo Pragmatismo a manera de estilo o moda en las maneras que la biblioteca toma aspectos de proyectos de OMA como fórmula o receta, sin considerar los métodos usados por  el despacho holandés. La conexión entre plantas, las escaleras centrales y la envoltura de programas recuerda a la biblioteca de Seattle, pero es principalmente el Milstein Hall, la escuela de arquitectura de la universidad de Cornell en Ithaca, N.Y.,  de donde es evidente su referencia; la manera de involucrar a la estructura y su relación con la fachada, el impresionante y protagónico volado, el auditorio de la zona de taller, y las maneras de circulación central hacen referencia en la biblioteca que nos concierne. Aunque las escalas  de los elementos difieren se aprecia un intento de recreación.

La problemática en este caso y que alude a las maneras que se critican en este texto es que el nuevo pragmatismo responde a un proceso de diseño por medio de diagramas y análisis, no por un plan o proyecto a cumplir. El proceso analítico del nuevo pragmatismo fundamenta las acciones y genera las formas justificadas bajo un argumento basado en estudios de carácter crítico, conceptualiza, genera un proceso de investigación que lo respalda, estudia las teorías y genera las propias, no es hacer un check list a cumplir que nos produce un producto genérico, internacional pero anodino, una estructuración lineal y de proceso sin cuestionamiento al sistema y las circunstancias que se basa. Institucionalizar el nuevo pragmatismo es hacerlo estilo y perder la base crítica y analítica, es volverlo complaciente, tomando las múltiples agendas involucradas llevándolas a un acuerdo sin razonamiento, crítica o aportación. El nuevo pragmatismo institucionalizado se basa en la validación de las disciplinas ajenas a la arquitectura, reglamentos, certificaciones, regulaciones, compromisos, consejos entre muchas otras instancias,  las decisiones de diseño se vuelven justificaciones de manuales a cumplir. De esto se genera otra cuestión, ¿La arquitectura está cediendo de más con este rol corporativo de coordinador? ¿Debe tener el arquitecto un papel más de interpretación y aportación?  ¿Debe generar cultura?

Esto no significa que la biblioteca, ejemplo del nuevo pragmatismo institucionalizado, sea incorrecta. Es referente y consecuencia de estas situaciones en la arquitectura, que nos lleva a la reflexión de un reiterado problema local; cumplir con los pasos del proceso pero no de contenido o análisis crítico nos hace terminar con un producto a manera de referencia/copia, o de una versión rebajada del original. Seguimos bajo un pensamiento de cómo tiene que ser para ser alguien, a diferencia de reflexionar y hacerlo de determinada manera de acuerdo a nuestra cultura y maneras.

Lo anterior nos lleva a estas siguientes preguntas: ¿Qué valor ofrece el ejercer la arquitectura en este tiempo y lugar? ¿A que le damos valor los arquitectos? La crítica arquitectónica es muy escasa o nula, esto debido a que actualmente no existe ideología sólida que respalde una línea. La arquitectura actualmente pareciera que  busca aceptación por medio de causas  que justifiquen la labor, y aunque se celebran con merito las aportaciones, no es una ideología representativa de la arquitectura, es una aceptación para tener cabida dentro de la tendencia y dinamismo del momento. Al hacer una crítica, en este caso a la biblioteca, se debe tener un juicio determinado y sobre ese ejercer un análisis. ¿Cómo se debe de criticar un edificio si estamos en tiempos de vacío de contenido, generando justificaciones superficiales y supuestas? ¿sobre qué valores o ideas se enjuician?

Actualmente gente fuera de la profesión (y dentro de) confunde la aportación del arquitecto, no se sabe a qué se le debe de dar valor o distinción. La arquitectura actualmente al no tener ideología o línea intelectual, busca la validez por los medios, publicaciones, reconocimientos, certificaciones, premios y hasta likes, una validación hueca o fundamentos místicos con poca base. Es tan absurdo este sistema que inclusive se ha vuelto un proceso mercantil que pagando una determinada suma es posible recibir premiaciones extranjeras, para publicar y enmarcar.

Al no tener filosofía ni ideología, (que va más allá de ser eficiente y entregar un producto que cumpla con los requisitos) se producen espacios que funcionan, el humano se adapta fácilmente, pero son banales porque carecen de significado y representación, no aportan ni trascienden, son meramente herramienta de función, esta no es arquitectura.

A esta condición de vacío actual le debemos generar un juicio de valor arquitectónico que se evalúe con una base común, se requiere compromiso intelectual en la arquitectura, que aporte cultura. Está en la inteligencia, pensamiento, análisis y reflexión lo que hace una pieza de arquitectura de interés, no en el procedimiento sin razonamiento ni cuestionamiento. Es la determinación y audacia, la que bajo una ideología de argumento humanista y pensamiento crítico, la que genera la interpretación de situaciones y aspectos que le dan a la arquitectura su carácter y la hacen Arquitectura, distinguiéndola de una edificación insustancial.

Basándonos en lo anterior, la biblioteca cumple pero no aporta, cumple con el propósito técnico y funcional, pero carece de motif. No embona en el contexto a las maneras del regionalismo crítico, a pesar de querer empatizar con los encuadres a la ciudad. Es precisa en su intención de internacionalización, pero eso mismo es su falla ya que es una caja de cristal anónima con carácter extranjero que no termina de estar cómoda en su lugar. Es un gran logro el haberse realizado, es el edificio de mayor relevancia en el campus en muchos años y definitivamente marca la condición actual de la arquitectura y su situación local pero no es un aporte arquitectónico que se aprecie. Es una edificación que cedió tanto debido al proceso integrativo que perdió su carácter. Perdió el cuestionamiento y análisis de la formula tomada al corporativizarse.

Es claro y evidente que se debe trabajar con los métodos corporativos de edificación, pero debemos hacer que se le dé cabida y comprensión a la arquitectura de valor y aportación cultural. Mucho se pierde al no darle valor a los aspectos metafísicos de la arquitectura por carecer de aspectos medibles en su aportación.

Existe una gran expectativa en los proyectos del Tec por lo que representa como institución, y por eso se le exige mostrar el ejemplo en las maneras y perfil de cómo deben de hacerse las cosas, su proceso y a que se le da preponderancia. Lo hace, pero bajo el parámetro original del momento que la forjo: el ingenieril y administrativo. Para crear actualmente el factor de cambio y sembrar el aspecto humanista debe concentrarse en el contenido objetivo, generador de cultura y pensamiento propio, y con estos principios, como sucedió en el origen del campus, podrá ya generarse de nuevo una arquitectura de valor.